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miércoles, 15 de enero de 2014

Entre el Valle y las Sombras (Adelanto)


Lo prometido es deuda, les dejó un aparte de mi nueva novela, espero que les guste y me dejen sus comentarios.



Olivia se dio una larga ducha, se secó el cabello y se puso un pantalón suelto de lino puro color beige y una blusa tejida del mismo color con manga caída, dejando el hombro derecho descubierto. Se puso unos zapatos cerrados de tacón mediano.  Se colocó una horquilla en el cabello y se maquilló au naturel. Se ajustó la cadena de oro que la acompañaba hacía diez años, y ocultó el colgante entre sus pechos.
La reunión tendría lugar en una pequeña discoteca frente al hotel. Olivia llegó pronto, luego de unos cinco minutos de caminata.
Había demasiada gente en el lugar. Un sistema de sonido despampanante opacaba las voces.
Olivia divisó a sus compañeros en una de las mesas, el humo blanco que circundaba el lugar era impresionante. Se acercó a ellos. Los hombres se levantaron a recibirla.
–Vaya, estas muy linda –la lisonjeó Iván que la examinó un momento  y después sonrió. Extendió la mano.
Olivia le devolvió el gesto y se acomodó en una de las sillas que William abrió y un mesero se acercó al instante.
–Sí, preciosa como siempre –contestó William que paseó, encantado, los ojos por el cuerpo de Olivia. Una ligera sonrisa curvó sus labios cuando se encontró con su mirada y se sonrojó–. ¿Qué deseas tomar?
–Un cuba libre, gracias.
El mesero tomó el pedido de Olivia y William ordenó otra ronda de tragos para ellos.

Miguel estaba sentado al fondo de la barra. Tenía una cerveza que no bebía en las manos.  Por más que quisiera, o por más que Ana estuviese a su lado, no podía quitarle la vista de encima a Olivia. Esa noche, había salido dispuesto a divertirse con la mujer ofrecida. Necesitaba una distracción, una distracción que se fue al traste al ver entrar a Olivia, tan hermosa, saludando al tipejo ese con una pizca de cariño. Entonces ya no se sentía dispuesto para nada. Aferró aún más la botella entre los dedos. Lo embargó la ira, al reconocer la sensación profunda que lo asaltó, al ver cómo la miraba ese badulaque, cómo trataba de acercarse a olerla sin que ella se percatara.
 Estaba celoso no tenía dudas.  Y tampoco, en ese instante, le molestaba.
Solo quería agarrar a Olivia por el brazo y llevársela de ahí.
Gritarle, cuestionarle. Hacer quién sabe qué cosas...
Escuchó la voz de Ana, que estaba a mitad de discurso, pero apenas se enteró lo que le quedaba por decir. El líquido amargo y frio de la bebida se precipitó por su garganta  refrescándolo.
Bajó la cerveza y ¡maldición! El tipo colocó una mano sobre el hombro descubierto de Olivia.
Miguel se levantó horrorizado y se preguntó cuál era el maldito problema, si ella ya no significaba nada para él. Recordó cada una de las razones por las que la odiaba. Se dijo que no era asunto suyo con quien estuviera en ese momento.
Y de nada sirvió su monólogo mental. Los celos se quedaron en él, como una ardiente y asfixiante oleada.
Colocó un dedo sobre los labios de Ana, que se callara.
–Vamos a bailar –ordenó.

–¿Bailamos?
William había tenido la osadía de dar el primer paso. Olivia asintió. Caminaron juntos hacia la distancia.
 Había dos pistas de baile; una donde estaban ellos, con luces multicolores en el techo y en el piso, y otra más abajo, con una luz más tenue para los enamorados, que podrían intercambiar besos sin que nadie se diera cuenta.
Por el equipo de sonido empezó a sonar una canción del grupo Niche. William se aproximó y comenzaron el baile un tanto torpe.
Entonces fue cuando lo vio.
Estaba con esa mujer: Ana. La chica tenía un vestido más corto y ajustado que el que le había visto en días anteriores. Bailaba con ella, con las manos casi sobre su trasero. La tenía pegada a su cuerpo, pero Olivia se percató de que no hacía más que mirarla a ella.
Nunca había estado tan consciente de lo lejos que estaba Miguel Robles de su vida, hasta ese momento.
Sintió unas inmensas ganas de llorar.
Deseó ser esa mujer y poder llevar ese vestido.
Deseó que las manos de Miguel fueran las que estuvieran en su cuerpo... Deseó tanto y tanto que, sin querer, acercó más su cuerpo al de William, quien no tardó en sospechar la anomalía.
–¿Estás bien?– le preguntó curioso y con los labios casi en su pelo.
–Sí, sí –respondió, más calmada–. Disculpa si estoy algo oxidada para el baile.
William sonrió. Quiso darle un beso al cabello de la mujer, que lo tenía muy cerca y olía tan bien.
Miguel y Olivia se miraron por un tiempo demasiado largo, rozándose con una mirada intensa antes de que ambos eligieran mirar para otra parte.
–Tonterías, bailas a la perfección. –contestó él risueño.
Cuando acabó la canción, volvieron a la mesa.
Momentos luego, Olivia fue al aseo de señoras. Se lavó las manos, se peinó con los dedos, salió nuevamente. Iba algo achispada, había tomado de más. Cerca de la mesa, alguien la interceptó y, agarrándola del brazo, la arrastró a la parte de la pista que estaba en penumbras.
Ella no necesitó saber quién cometía ese acto. Reconocía su cercanía entre miles, su olor y la textura de esos dedos sobre su piel. Era un hombre fuerte, la llevó sin esfuerzo. Siempre había sido fuerte…
Olivia esbozó una sonrisa ante la poca necesidad que había para que él hiciera algo así.
 Ella lo habría seguido sobre piedras candentes.
–¿Ahora vas a decirme qué pasa? –fue lo único que le preguntó, cuando nadie más estaba cerca, cuando nadie más podía ver que estaban juntos.
Miguel no estaba para conversaciones. No esa noche. Quizás por eso limitó las palabras.
–No hables.
La ciñó a su cuerpo, al ritmo de la balada de Polo Montañés: la canción hablaba de amor y de desprecio.
“Mala elección”, pensó Olivia afligida, pero electrificada por la manera en que sentía a Miguel oler el perfume de su cabello y, luego, llevando la nariz al cuello, a la nuca, como si necesitara grabarse su aroma.
Olivia trató de separarlo un poco, y Miguel tenía otras ideas.  Apretándola cada vez más, la mantuvo justo donde él quería.  Sentía el calor de sus manos en la espalda, se rindió a ese gesto. Llevó los brazos hasta sus hombros. La gente bailaba alrededor y el calor aumentaba en la pista.
Él acercó los labios a su oído y le dijo en tono ronco:
–Di mi nombre.
–¿Disculpa?
Olivia echó un poco la cabeza hacia atrás. En menos de un segundo, había descendido de la nube. El corazón le latía cada vez más fuerte.
–Di mi nombre, por favor –insistió, mirándola a los ojos.
Ella no tuvo más miedos. Acercó los labios a la oreja del hombre.
–Miguel…
Como si el aliento y la voz fueran un detonador de sentimientos y explosiones, la aferró aún más a su cuerpo.
Miguel era experto en el baile, tenía buen ritmo. Fluían a través de la pista. “Era increíble”, pensaba Olivia para sí, “conozco a este hombre en la intimidad y nunca habíamos hecho algo tan mundano como bailar…Conozco cada una de sus miradas y cada una de sus caricias, pero nunca hemos hecho nada tan simple como ir al cine, pasear o comer un helado”. En ese momento, entre sus brazos, y por primera vez en mucho tiempo, creyó que había encontrado un pedacito de cielo.
Se sintió tan bien, cálida y protegida.
Las manos de Miguel emprendieron el camino por debajo de la blusa y, con una suave caricia de sus pulgares, le erizó la curva de la cintura. Le obsequió una mirada posesiva, oscura y que desencadenó otro escalofrío que le surcó la piel. Se tensó, de repente, al recordar que ya no era la misma de antes.
 Nadie la había tocado de esa manera en diez años.
 No lo había permitido.
Trató de soltarse.
Miguel no dejó que se escapara. No en ese momento, que ya había caído la presa.
–¿Te acuestas con él? –le haló un poco la cabellera.
Olivia trató de zafarse otra vez, no lo consiguió.
–Eso no te importa…
Miguel tomó su cabeza con ambas manos. Le clavó esa mirada ruda que solo conservaba para ella.
– Contéstame, Olivia. ¿Te excita? ¿Reaccionas con él como conmigo?
Olivia  llevó las manos hasta el pecho de él y trató de empujarlo. No pudo.
–Estás enfermo –y no susurró nada más.
Miguel la miraba con ojos que echaban chispas. Acercó su boca a la de ella. Olivia notó su respiración agitada y rápida.
–¿No vas a contestar? – se acercó más y más, sintiendo el roce de sus labios en el cuello y la manera en que aspiraba su perfume.
 Llevó su boca a la parte del hombro descubierto, esa parte que antes había tocado William. La besó y la chupó evocando una fuerte sensación de posesión. Olivia quiso gemir. Él presionó los dientes en el hombro, un pequeño mordisco que la llevó por un camino de deseo que le encogió el estómago.
–Miguel…No…¿Qué haces? –preguntó ella sorprendida.
Le dio varias palmadas en el hombro.
Miguel llevó su vista a la de ella.
Dejó que las palabras salieran con un poco de burla en ellas.
–A ver cómo explicas esto –sonrió.
Olivia no se molestó, o al menos no se molestó como pensó que se molestaría. Más bien, se sorprendió.
–No tenías por qué hacer eso…
–No, ¡no! –interrumpió, la furia vistiéndole los pensamientos–.  Tú no debiste volver.
Se dio la media vuelta y la dejó sola, en la pista que se caracterizaba por las penumbras.
Olivia agradeció que la oscuridad del lugar le permitiera calmarse antes de llegar. Volvió como en una nube, lela, sin noción clara de espacio y tiempo. Sabía que dos de sus compañeros coqueteaban. Iván usaba su tono de conquista, Claudia jugaba con el doble sentido, y solo daba respuestas picantes.
–¿Por qué demoraste? –William le acercó un vaso, fue el único que se había dado cuenta del tiempo.
Olivia tomó el vaso, sonrió.
Ahogó las palabras en el alcohol.

–Me encontré con alguien...

15 comentarios:

  1. Ohhhhh x Diossss Isabel como me vas a dejar asi????? para cuando sale publicado???

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  2. Yara dentro de mes y medio, espero.

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  3. Isabel, que puedo decirte... que esa química entre Olivia y Miguel es increíble... que quiero leer ya esa historia, y que vislumbro mucho dolor en el pasado de ambos...

    Un abrazo

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  4. Mi querida Isabel, que te puedo decir, promete mucho esta historia. Es un placer leerte y esperaré ansiosa que publiques.
    Gracias por continuar con la historia de Miguel, sin duda fue un gran personaje secundario y merecía un libro propio. Un abrazo

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  5. Isabel, muchas felicidades por el nuevo proyecto. La verdad cumpliste con el objetivo de atraparme y estoy interesadísimaaa por leer esta nueva historia. Se ve que estos dos personajes tendrán una historia de amor muy intensa, con muchas heridas que sanar. Además, me encanta a las personas que elegiste para caracterizar a tus protagonistas, jeje.
    Saludos y éxitos!!! :D

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  6. ¡Oh, Dios!!!!! Isabel, esto pinta estupendo!!!!!!! Ese Miguel como que se las trae.... Felicitaciones esta genial. Muero por el resto.

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  7. Queo interesante, como todas espero con ansias leerlo, gracias,

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  8. Intensa! Amiga escribes espectacular...Estaré al pendiente de la continuación.Un calido saludo. - Te sigo- y te invito a mi blog :)

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  9. Hola, te conocì por la pàgina de Mujeres Construyendo, yo tambièn tomo el curso de Mi Blog y Yo, desde ya te sigo y serà un placer leerte.

    Te comparto la direcciòn de mi blog tambièn http://beth-love-generation.blogspot.com

    Que tangas lindo dìa y excelente fin de semana!

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  10. Hola, cara Isabel! Estoy loca para leer la maravillosa historia de amor de miguel y Olivia.Deseo ansiosa que lo publiques luego e que llegue temprano en Brasil. Gracias por continuar con la historia de Miguel, sin duda un gran personaje que merecía un libro propio. Besos!!!!

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  11. Que ganas de leerlo. Quiero saber si es un libro único o son varios. Gracias.

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  12. hola!!!! genial nada mas que decir lo mejor que he leído ha sido de vuelta a tu amor y entre el valle y las sombras....

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  13. Un gusto leerte, llegue acá por la columna de Adelfa Martinez.
    Te invito a leer mi blog www.mirincon-poético. Blogspot.com

    Un beso

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  14. Genial la historia, Isabel siempre nos trae los mejores romances!!! Si alguien por casualidad lo tiene, sería tan amable de envíamelo a mi correo
    Endimion553@gmail.com

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