...

martes, 5 de junio de 2012

Adelanto de novela De Vuelta a tu amor

Les voy a dejar dos párrafos de la novela De vuelta a tu amor, de la que dejé el inicio del primer capítulo meses atrás. Espero sus comentarios y sugerencias.


Nueva York
No se sentía cómoda en su piel.
Hacía cinco días que había recibido la noticia. Pensó que cuando la recibiera volvería a respirar, pero no. Debía ser sincera con ella misma. Lo que esperaba era que él la recordara y fuera a buscarla, que la encontrara y con su sola presencia le ayudara a olvidar todo lo ocurrido. Pero al paso de los días se dijo que no iría tras ella.
La había olvidado.
Como a un objeto viejo en el fondo del closet. Y el resentimiento y todo lo que había truncado su relación estrujaban su corazón como tenazas calientes. No, no podía ser injusta con él. Había perdido la memoria, ni siquiera sabía que ella existía. El no había tenido la culpa de nada, ambos eran víctimas inocentes de una situación que amputó su relación en el momento de más dicha.
No puedo seguir así, se dijo.
Había faltado a varias de las clases y alegó un resfriado cuando Raúl la llamó. Se levantó de la cama y cepilló su larga cabellera negra. Recordó sus palabras: “Deja que sienta tu cabellera en mi pecho”. Dejó el cepillo en la cómoda y se dedicó a arreglar el apartamento hasta dejarlo impecable, como si así pudiera calmar la agitación que vivía en su interior después de recibir la noticia.
Observó otra vez su imagen en el espejo, sus ojos antes risueños y chispeantes habían perdido la luminosidad. Había perdido todo rastro de la joven que había sido. Las facciones estaban más cinceladas resaltando la voluptuosidad de su boca. La mirada que le devolvió el espejo fue una mirada dura. Volvió a cepillar su cabello con manos temblorosas. Él adoraba su cabello. Quería ahuyentar tantos recuerdos antes de caer en la desgana, pero era imposible, las memorias se colaban porque sí. Debería dejar la puerta abierta, pensó para sí. Y que pasaran todos de una vez para echarlos de su corazón y de su mente, y así poder seguir con su vida.

Y ahí va otro párrafo:

La había observado toda la tarde.
Le atraía cantidades.
En la charla sobre autores Latinoamericanos en el Centro de Convenciones se preguntaba qué era lo que le llamaba la atención de esa mujer. Había mujeres más acordes con su personalidad. Pero no, se sentía atraído hacia una muchachita que parecía recién salida del colegio.
Aunque era preciosa… Lo primero en lo que se fijó fue en su cabello, largo y liso, de color negro. Estaba de espaldas y, curioso por verle la cara, se sentó en diagonal a ella para observar su perfil, pero lo que lo dejó sembrado en su sitio fue que al voltear ella a corresponder el saludo de alguien, se encontró con los ojos y la boca más hermosa que había visto en su vida.
Tan pronto terminó la charla, sus pasos lo llevaron detrás de ella por un recorrido que desembocó en el hotel Santa Clara.
¿Qué hacía un empresario del calibre de Gabriel Preciado Lavalle en el Hay Festival?
Los periodistas de la prensa rosa dirían que estaba tras una escritora o artista de las que concurren al dichoso festival. Los más mercantilistas, seguro, pensarían que su verdadero motivo para estar en el evento más importante de la literatura en
Latinoamérica era entrar al negocio de las editoriales.
Lo que nadie adivinaba era que Gabriel estaba allí por pura coincidencia. Había estado reunido el día anterior con un grupo de extranjeros interesados en invertir en el país. Le gustaba la lectura y aprovechó el marco del festival para ponerse al día. Le encantaba asistir a las charlas de los diferentes autores, tenía libros en cantidad, podía disertar desde los últimos nobel de literatura hasta el último bet-seller de Stephen King, pasando por los clásicos de siempre. Esa tarde volvería a la capital.
La mujer que atrapó su atención se había sentado en la cafetería al aire libre, pidió una bebida helada y se perdió en la lectura de un libro que parecía de Julio Cortázar.
Estaba embrujado por el color nácar de su piel y sus extraordinarios ojos azules aguamarina, como el color de las playas de Barú, ahora cubiertos por unas pequeñas gafas de lectura. No era muy alta, pero era bien proporcionada de pechos abundantes. Sus piernas estaban ocultas por un vestido blanco casi hasta el tobillo, de espalda destapada. Unas sandalias y un bolso rustico de esos tejidos por los indígenas, completaban su atuendo. Vio cómo observó su reloj con mueca de fastidio, era un artículo de plástico azul oscuro, de manilla gruesa y que le bailaba en la muñeca. No tenía anillos, solo un par de pulseras de hilo, de las que hacen los hippies y venden sobre una tela en el suelo de cualquier esquina. Cerró el libro, le gustó la blancura de sus manos de largos dedos y uñas cortas y limpias. Se levantó, se olvidó las gafas y tropezó con él.
—Perdón— soltó ella con una voz que le paró los pelos de la nuca a Gabriel.
—Tranquila, déjeme ayudarle— la sostuvo mientras volvía a colocar el bolso en su puesto. Seguía con las gafas puestas y Gabriel no pudo evitar una sonrisa.
—Perdón que me entrometa, pero ¿no caminará mejor sin esas gafas? – le preguntó mirándola divertido.
Con manos temblorosas, Melisa retiró sus gafas del rostro. Todo rastro de risa burlona murió en los labios de Gabriel, para ser reemplazada por una mirada ávida.
—Disculpe— la observó salir del hotel.
El caminó detrás de ella.
—Cene conmigo esta noche— le dijo rotundo.
—No creo, no lo conozco— le contestó ella con el rostro en llamas.
— ¿Por qué? Permítame presentarme. Soy…
—Sé muy bien quién es usted. Me pregunto cuáles serán sus motivos para asistir al festival. Éste no es su entorno.
— ¿Por qué lo dice?— contestó furioso—. No me conoce, por Dios, no puede entender que simplemente me gusta la lectura— insistía ya resignado a no cenar con esta mujer que lo impactó, porque esa era la palabra adecuada para describir lo que sentía. ¿Hacía cuánto una mujer no lo impactaba?
Años.
Se dio cuenta de que ella lo miraba con curiosidad.
Ya más calmado le preguntó:
—¿Puedo saber su nombre?
—No, creo que no – le contestó ella mientras lo miraba con cautela –. Usted y yo no tenemos nada en común.
Frunció el ceño con impaciencia mientras trataba de seguir presurosa su camino.
—Por lo menos tome un café conmigo.
—No me gusta el café— lo miró seriamente— . Y tampoco usted.
—¿Por qué?— abrió los ojos sorprendido—. Si se puede saber— le preguntó intrigado y fastidiado por su indiferencia.
Ninguna mujer lo había rechazado en años. No le gustaba la sensación.
—Mire, no deseo ahondar en el tema— miró a un lado de la plaza—. ¿Ve esa mujer? Es una modelo famosa. Estoy segura de que con ella sus atenciones serán bien recibidas.
Y sin más siguió su camino.
—Espere. Esta noche voy al restaurante Donde Olano. Si desea ir será bienvenida. Nos vemos— y se fue dándole la espalda.

12 comentarios:

  1. Me ha gustado como describes con todo detalle a las personas. Y lo que me ha chocado es lo directo que es él. Abordándola de esa manera. Insistiendo que cene con él. Me ha parecido un poco arrogante con ella. Y la mujer ha estado fría, repeliendo muy bien la insistencia de él. Bueno, esperemos a ver si acepta la invitación para la cena.
    Espero que la continues

    ResponderEliminar
  2. Amiga me gusta la trama y me gusta la forma en la que describes los personajes. Voy a seguir leyendo porque me enganchó.
    Un abrazo.

    ResponderEliminar
  3. Muy chévere Isabel.
    ¿Será que va?
    Yo creo que sí.
    No nos dejes en ascuas.

    ResponderEliminar
  4. Qué linda tu prosa, Isabel!
    Espero que pronto nos deleitas con más.

    Besos.

    ResponderEliminar
  5. Hola Isabel!
    Soy yo de nuevo :)
    Te dejé un premio en mi blog.

    Besos!

    http://www.sianny.net/2012/06/un-premio-para-mi-blog.html

    ResponderEliminar
  6. Gracias Sianny, es mi primer premio. Besos.

    ResponderEliminar
  7. Encanta de conocerte!!! Y muy bonito el párrafo de la novela!!! besos

    ResponderEliminar
  8. Isabel, me ha encantado lo que he leído. Ya me tienes al tanto de cómo va el resto ¿si?
    Un abrazo,
    Claudia

    ResponderEliminar
  9. A penas temine de leer el libro y siento como si deseara saber mas sobre Gabriel y Melisa. Se que usted entendera pero si desea puede hacer una segunda parte de este libro ya que los dos tienen mucho mas que dar

    ResponderEliminar
  10. Karen Pacheco, me alegra que te haya gustado mi novela. Si deseas sigueme en Facebook y twitter. Un saludo.

    ResponderEliminar
  11. Karen Pacheco, me alegra que te haya gustado mi novela. Si deseas sigueme en Facebook y twitter. Un saludo.

    ResponderEliminar
  12. Hola Isabel!!Lei de vuelta a tu amor y la unión!! ME ENCANTARON!!!!!!! Que lindo que escribís!!!! No tengo palabras para explicarte lo que sentí al leer tus libros !! Me los devore!!!! Y me quedé con ganas de más!! Te conocí en el blog leyendo ando, y Gabriela me entusiasmo con sus comentarios y cuanta razón tuvo!! Seguí escribiendo!! No abandones esto que te sale muy pero muy bien!!!! Seguro vas a tener éxito ! Te lo mereces!!!! Besos a montones!!! Con cariño Silvia

    ResponderEliminar